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La sexualidad femenina no es la de las revistas
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La sexualidad femenina no es la de las revistas
Catherine Blanc es sin lugar a dudas una de las sexólogas más mediáticas de Francia. Aparece en programas de televisión, tiene una columna fija en la revista Psychologies y es regularmente entrevistada en múltiples medios.[Tens de ter uma conta e sessão iniciada para poderes visualizar este link]
Ella acaba de publicar un libro titulado La sexualité des femmes n'est pas celle des magazines (La sexualidad femenina no es la de las revistas), que no es otra cosa que una cruzada para revertir la imagen errónea que, a su juicio, se transmite del sexo en la sociedad de hoy.
En su consulta de París, Catherine Blanc recibe a mujeres y parejas con dificultades sexuales. Y lo que ha visto en los últimos años le preocupa: “Hemos convertido a la sexualidad en algo que asusta, que es deber o rendimiento. Cuando en realidad la sexualidad es antes que nada un asunto de emociones”, explica por teléfono esta psicoanalista, especializada en estudios biológicos, psicológicos y sociales de la sexualidad humana.
Y continúa: “De lo que fue la reivindicación de una libertad maravillosa de la mujer, el poder ser libre en su sexualidad y ejercerla no sólo para reproducirse o para cumplir con su deber conyugal, pasamos a un deber de perfección. Las mujeres deben ser madres perfectas, profesionales perfectas, dueñas de casa perfectas y también amantes perfectas. Yo me pregunto ¿Por qué ejercemos tanta violencia contra nosotras, autoimponiéndonos saber hacerlo todo en todas las áreas de la vida. De la libertad pasamos al deber, y ésa es la mejor manera de no encontrar una sexualidad plena”.
Compitiendo hasta en la cama
En su consulta, Blanc se enfrenta a muchas mujeres que reconocen no tener placer o que admiten acceder a prácticas sexuales que en realidad no les gustan por temor a no gustarle al hombre que quieren seducir o, simplemente, no ser menos que sus amigas y conocidas.
Y ella ha detectado una de las causas: “El problema es que hoy las mujeres se han puesto competitivas en su sexualidad. Les preocupa mucho rendir, darle placer al otro, ser mejor amante que las demás. Y al estar pendiente de esa rivalidad, se olvidan de ellas mismas”.
Blanc afirma que esta presión “se la imponen ellas mismas, pero también los hombres y los medios, como las revistas femeninas”.
“La sexualidad de hoy -añade la experta- es una sexualidad cuyo motor de base es el miedo: el miedo a no ser como el resto, cuando en realidad nadie sabe cómo es el resto. Todas somos diferentes, todas tenemos altos y bajos, porque nuestra vida no consiste en estar siempre dispuestas y disponibles para la sexualidad. Hay momentos en que tenemos preocupaciones, en que tenemos penas o en que estamos dedicadas a la maternidad y no estamos, por lo tanto, 24 horas al día escuchando a nuestro cuerpo”.
Otra de las grandes dificultades que enfrentan las mujeres de hoy, según Blanc, es combinar su identidad de esposa y madre con la de amante. Cuenta que, generalmente, las mujeres que son infieles viven una sexualidad muy distinta con sus amantes a la que viven en su matrimonio.
“A muchas les cuesta mostrarles a sus maridos una imagen desconocida de ellas mismas. Con el amante, en cambio, como están en un espacio prohibido y reducido, en el que no hay tiempo para hablar mucho ni para compartir cosas cotidianas, se atreven más. No es fácil ser una amante libre que se atreve a la falta de pudor cuando al rato se es la madre que lleva los niños al colegio. Y para muchas mujeres es difícil saber cómo manejar esta doble imagen”.
La doctora también le manda un mensaje a quienes planifican demasiado en este terreno.
“Hacer el amor requiere perder la cabeza. Cuando se hace el amor, el área del cerebro que maneja la razón deja de activarse y otras zonas se activan. Abandonarse a la sexualidad y gozar requiere que uno no piense en nada más. Apenas surgen pensamientos como ‘estaré haciendo demasiado ruido’ o ‘cómo me veré en este momento’, uno sale de lo que es el sentir para entrar nuevamente en el área de la razón”.
Puede llegar a ser una agresión
Blanc asegura que todas las personas -salvo las que tienen depresión están animadas por el deseo. Pero subraya que no siempre se está dispuesto. Y aquí también hay diferencias entre hombres y mujeres, explica la especialista.
“El hombre hace el amor no sólo porque siente deseo. Cuando está angustiado, estresado, enojado o tenso, hacer el amor le permite descargar esas sensaciones. Para la mujer, en cambio, tener relaciones sexuales es aceptar que entren en ella. Y aunque se lo hagan con todo el amor del mundo, en ciertas circunstancias el sexo puede ser una nueva agresión: una vez más se entra en ella, como la vida que le pide que haga esto, esto y esto otro. Entonces, es normal que a veces quiera cerrar la puerta, protegerse”.
“Las mujeres no tienen menos deseo que los hombres; salvo que para desear, la mujer tiene que tener el sentimiento de que está llena de cosas que dar y abierta para recibir. Cuando estuvo todo el día con los niños, enfrentando el estrés de la vida, etc., muchas veces está sobrecargada y siente que haciéndole el amor la van a invadir más aún”.
Por eso, explica Catherine Blanc, ellas deben aprender a decir que no. Pero también deben reflexionar sobre las razones que la llevan a dejarse invadir de esa manera por la vida en general.
“Hay que preguntarse si no es posible jerarquizar y decir que no a otras cosas para estar más disponible para la sexualidad. Muchas veces nos dejamos llevar por unos y otros al querer ser madre perfecta, profesional perfecta, amiga perfecta. De tanto querer ser perfecta, la sexualidad se resiente. Hay que saber ser un poco imperfecta, dejar de ser esa guerrera victoriosa que puede con todo, porque ese sistema de omnipotencia daña mucho el lado más animal y espontáneo, la frescura y paz interior que requiere la sexualidad”.
No se trata de una tina con velitas
La experta dice no creer que despertar el deseo mutuo requiera grandes puestas en escena: “No es porque uno propone darse un baño de tina juntos que va a revitalizar el erotismo de la pareja”. E ensiste en que lo importante es que cada uno, desde su dimensión más misteriosa, deje aparecer nuevas maneras de acercarse al otro. Y “eso no se logra sólo cambiándose de ropa. Es algo que tiene que corresponder a la realidad de lo que se siente en ese momento”.
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