El sexo y los papás gays

Por fortuna, nunca tuve que borrar de mi mente la bochornosa, desagradable y traumática escena de mis padres haciendo el amor; nunca los atrapé en la intimidad, y siempre tendré que estar agradecido con la vida por eso. De otro modo, hubiera tenido que aventarme una serie de frases torpes como “sólo lo hacen los papás que se quieren mucho”, rematado con un sermón anticuado relacionado con bebés. Supongo que a unos padres heterosexuales sorprendidos por sus hijos en medio de cualquier acto sexual, les implicaría, además de los cachetes rojos, un tremendo esfuerzo por explicarles que lo que acaban de ver es algo normal de papás que se quieren mucho, es decir, que el ejercicio de la sexualidad humana es normal. Lo que me resulta difícil de suponer, es cómo introducirían el tema de los valores en todo este incidente cómico-mágico-familiar.

Me resulta difícil, porque ante la polémica de que parejas del mismo sexo tengan la posibilidad de adoptar hijos, quienes adoptan una posición en contra apelan al “valor” (cualquiera que sea el significado colectivo de esta palabra) de la familia para sostener su argumento, que más bien parece una condena travestida. Aún más radical, en sondeos de radio y televisión entre la opinión pública, me he topado con comentarios del tipo “dos mujeres sí, pero dos hombres no, jamás, eso es una aberración, ¿qué valores pueden aprender con dos hombres?”. Lo más absurdo y cándido de este debate, es que la gente acude a la palabra “valor”, simplemente porque no se atreve a decir ante un micrófono, ni con sus amigos o familia y quizás consigo mismos, que están en contra de que un niño pueda crecer con dos hombres bigotones que además de darse besos en la boca, practican sexo anal, o de otro modo ¿por qué sí aprueban la convivencia de dos mujeres, asumiendo que ellas en algún momento también tendrán que tener una vida sexual? ¿O de plano están convencidos de que lesbianas, al convertirse en madres adoptivas, tienen que renunciar a su sexualidad y colocarse de inmediato el mandil de cuadritos para legitimarse como auténticas madres de sufrimiento, desvelos y sacrificios?

No sé si den cuenta, pero al final, quienes desenmascaran una perversión retorcida entre una sexualidad atorada y prejuicios pueriles, son los propios bugas que bufan su repudio, por sus cabecitas pasa la idea de que cuando una pareja de hombres adopte un niño o una niña, lo primero que harían llegando a casa, sería colocarlo en una sillita de colores y tener sexo frente a él o ella. ¿Suena crudo? ¿Excesivo? ¿Acaso me equivoco? Si no es éste el principal motivo, entonces ¿de dónde surge ese rechazo visceral que roza en el fascismo de desaprobar que una pareja de hombres tenga la oportunidad de ser padres?

[Tens de ter uma conta e sessão iniciada para poderes visualizar este link]